El mundo ha cambiado mucho. Te lo dice un hombre de 90 años, que hasta vivió la Guerra Civil, pero también te lo dice uno de 60 e incluso uno de 40. El mundo va muy rápido y la transformación digital lo ha cambiado todo. Solo hay que echar un vistazo al pasado para comprobarlo. Es normal que ahora triunfen en televisión los programas nostálgicos o los conciertos de música de hace años. Y lo hace porque hay muchas personas que les da mareo que el tren de la evolución vaya tan rápido.
Y es que son muchos aspectos en los que nos estamos quedando atrás, las personas. Y al final, y esto es lo lamentable y lo criticable, la evolución no piensa en las personas, que es lo que hay detrás. Por ejemplo, me da mucha pena cuando veo que los bancos cierran las puertas a personas mayores con unas clausulas que son abusivas. Por ejemplo, la de tener que usar obligatoriamente la tarjeta de crédito o el tener que ir de una hora concreta para realizar unas transacciones. Precisamente por estas cuestiones nació el movimiento. Son ellos los que padecen esta exclusión y una gran brecha.
Yo pienso en mis padres de 80 años, que vivieron la época del hambre, o incluso no tenían ni cuarto de baño en su casa que ahora tengan que hacer todos los movimientos a través de móviles o de mandos a distancia. ¿Quién piensa en ellos? Pues muy poca gente por no decir nadie. A los políticos se les llena la boca hablando de su ayuda a las personas mayores, pero luego la siguiente presentación es la de presentar algo tecnológico que les deja aislados.
No hay que ir muy lejos en mi caso. Mi madre, Magdalena, no tiene tarjeta para usar el cajero, y nunca la ha tenido, porque le bastaba con acudir a la oficina y que el cajero, Pablo, (al que todo el mundo le conocía) le hiciera la gestión que necesitara; ya fuera pagar un recibo o sacar el dinero de la pensión para los gastos de la casa. Pues bien, esto poco a poco se ha ido perdiendo. Y mi madre cada vez que tiene que pasar por estas gestiones lo pasa muy mal. El cambio de modelo de las entidades bancarias lleva ya unos años de recorrido y la consecuencia directa es el cierre de oficinas que está afectando especialmente a las zonas rurales.
Por no hablar de cuando tienes que hacer algo por teléfono. Minutos de espera, para acabar diciendo que tienes que entrar en la web para poder hacer alguna gestión. Pero, ¿esta gente sabe de dónde viene? La verdad es que muchas veces pienso que les están dejando aislados. Y entiendo que se hayan creado movimientos en contra. El más conocido es el de Soy viejo, no tonto. Con la campaña “Soy viejo, no tonto”, lanzada por uno de estos afectados, un gran grupo de mayores excluidos financieramente reclaman más servicios presenciales “Somos un colectivo con muy poca voz, con muy pocas posibilidades de reivindicar, y tenemos grandes dificultades en la actualidad porque la banca se ha informatizado en exceso“, explica Carlos San Juan, creador de la iniciativa.
Muchas personas mayores están solas y no tienen nadie que les ayude, y otras muchas, como yo, queremos poder seguir siendo lo más independientes posibles también a nuestra edad. Pero si todo lo complican y cierran las oficinas, están excluyendo a quienes nos cuesta usar Internet y a quienes tienen problemas de movilidad.
Pero así es la revolución digital que estamos viviendo. Algo que también están padeciendo las empresas que algunas de toda la vida se ven aisladas. En este caso lo mejor es apoyarte en empresas como GIT DOC que ayuda con el proceso de transformación digital reorganizando tu modelo de trabajo de gestión documental. Te asesoran planteando nuevas formas de trabajo e incorporando nuevas metodologías de funcionamiento en los procesos digitales.
Por ejemplo, como empresa de digitalización de documentos convierten tus documentos en papel en documentos electrónicos con los metadatos necesarios para que todo el personal de la empresa pueda acceder a ellos desde cualquier lugar. además, analizan el ciclo de vida del documento en tu empresa, identificando el documento dentro del proceso de gestión documental, definiendo el cuadro de clasificación de series y documentos y estableciendo los plazos de conservación y custodia de la documentación, así como los periodos de destrucción de documentación.