Un coach te ayudará a mejorar tu salud guiándote para superar la adicción al alcohol

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Superar una adicción al alcohol es un proceso complejo que requiere mucho más que fuerza de voluntad. Implica enfrentarse a un patrón de conducta que, en muchos casos, se ha desarrollado durante años y que afecta no solo a la salud física, sino también al bienestar emocional, las relaciones personales y la vida profesional. En este camino, contar con la ayuda de un coach especializado puede marcar una gran diferencia, ya que su papel va más allá de ofrecer apoyo; se centra en acompañar, guiar y dotar a la persona de las herramientas necesarias para construir un cambio sostenible en el tiempo.

El coaching en el ámbito de las adicciones se basa en establecer un vínculo de confianza entre el profesional y la persona que desea dejar atrás su dependencia. A través de este vínculo, el coach ayuda a identificar las causas profundas que han llevado al consumo, detectando patrones de pensamiento y comportamiento que lo alimentan. Muchas veces, el alcohol actúa como una vía de escape frente a problemas emocionales, estrés, inseguridades o insatisfacción personal. Un buen coach no se limita a señalar estas cuestiones, sino que trabaja junto al cliente para encontrar alternativas saludables que cubran esas mismas necesidades sin recurrir al consumo.

La importancia de su figura también reside en la capacidad de establecer objetivos claros y realistas. Dejar el alcohol no es solo “no beber”, sino construir un nuevo estilo de vida que permita sostener la abstinencia. El coach acompaña en la definición de metas a corto, medio y largo plazo, adaptadas al ritmo y a las circunstancias de cada persona. Estas metas no se plantean de forma abstracta, sino con planes de acción concretos, evaluando progresos y ajustando estrategias cuando es necesario.

Otra de las funciones clave de un coach es ayudar a la persona a reconocer y gestionar las situaciones de riesgo. Las recaídas forman parte del proceso de recuperación para muchas personas, y el trabajo del coaching se centra en minimizar su probabilidad, desarrollando habilidades como la identificación de desencadenantes, la gestión de la presión social o el manejo de emociones intensas. De esta forma, la persona no solo aprende a evitar el alcohol, sino también a enfrentarse a los desafíos cotidianos con mayor resiliencia.

Además del acompañamiento emocional, el coach fomenta la creación de nuevos hábitos que sustituyan los comportamientos dañinos. Esto puede incluir desde rutinas de autocuidado y ejercicio físico, hasta la incorporación de actividades que aporten satisfacción y motivación. El objetivo es que la persona no sienta que pierde algo, sino que está ganando un estilo de vida más pleno y equilibrado.

La importancia de contar con un coach también se aprecia en el apoyo constante que ofrece durante el proceso, tal y como nos recuerdan desde Remember the now, quienes nos explican que en los momentos de duda o de debilidad, tener a alguien que recuerde los motivos para seguir adelante, que refuerce la confianza y que aporte una visión externa y objetiva, puede ser decisivo para no abandonar. Este acompañamiento no es invasivo ni controlador, sino que respeta la autonomía de la persona, fomentando que sea ella misma quien tome las riendas de su recuperación.

El coaching no sustituye a otras intervenciones médicas o terapéuticas, sino que las complementa. Muchas personas que reciben tratamiento médico o psicoterapéutico encuentran en el coach una figura que conecta esas intervenciones con la vida diaria, ayudando a aplicar lo aprendido en contextos reales. De esta manera, se genera una red de apoyo más sólida, que integra lo clínico con lo práctico y lo motivacional.

¿Cuántos adictos al alcohol hay en España?

En España, las cifras sobre personas con adicción al alcohol varían según las definiciones utilizadas como consumo de riesgo, dependencia diagnóstica o trastorno por consumo. No existe un único dato, pero varias fuentes confiables permiten hacerse una idea bastante precisa.

Según la Monografía de Alcohol 2024 del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA), alrededor del 6 % de la población española de entre 15 y 64 años presenta un «consumo de riesgo» evaluado con instrumentos como la escala AUDIT. Esto equivale aproximadamente a 1,9 millones de personas.

Por otro lado, si se considera la definición más estricta de un trastorno por consumo de alcohol, es decir, una dependencia, estadísticas recogidas en investigaciones apuntan a que la prevalencia a lo largo de la vida se sitúa en torno al 3,6 %. Esta cifra alcanza el 6,47 % en hombres y 0,96 % en mujeres. Si se evalúa solo el último año, la prevalencia desciende al 0,69 % en total, siendo un 1,38 % en hombres y solo 0,05 % en mujeres.

Por lo tanto, aunque el consumo de riesgo abarca a varios millones de personas, el porcentaje que cumple criterios formales de dependencia es notablemente menor. Esta diferencia es importante porque implica que una proporción significativa de la población está en situaciones difíciles, sin haber alcanzado un diagnóstico clínico.

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