El boom de los videojuegos de PC en el mercado

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Desde que el mundo es mundo, han existido mil formas diferentes para que pequeños y no tan pequeños pasen el día y se diviertan. Y es que, si echamos la vista atrás, cuando todavía no existían los videojuegos, podíamos ver la inventiva y la creatividad que manifestaban los niños para crear un juego o un juguete de prácticamente cualquier cosa.

No obstante, hace unos años la industria lanzó al mercado cierto tipo de consolas y de juegos y, desde entonces, los juegos clásicos se hicieron a un lado para dejarles paso a los nuevos titanes de la diversión humana (no infantil, humana): los videojuegos.

 

¿Recordáis cuando antes creábamos un coche de juguete de un cartón de leche?

Muchas son las ocasiones en las que, hablando con mi padre, me ha comentado que, cuando era un crío, cogía cualquier trapo de la cocina que su madre ya no quería, lo lavaba a conciencia… y creaba una muñeca de trapo para su hermana pequeña. O cuando se acababa un tetrabrik de leche o de zumo, rápidamente lo limpiaban para quitarle cualquier resto de porquería y, tras ponerle ruedas improvisadas, ¡sorpresa!, tenía un camión de juguete.

Pero esto no era todo: también me ha explicado muchos de los juegos con los que se divertía cuando era un crío con sus amigos. Y, contradictoriamente a lo que yo pensaba (que me hablaría del pilla pilla, de la gallinita ciega o del torito en alto), empezó a hablarme de juegos que yo, en mi vida, había escuchado ni visto jugar a nadie.

Por ejemplo, “saltar el burro”. Os juro por Dios que, hasta que mi padre no me lo había contado, ¡no sabía que esto existía! Saltar el burro se trata de un juego en el que los niños se agachan sobre sus piernas hacia delante (de forma que su espalda quede en horizontal). Y, uno a uno, el resto de participantes apoyan las manos en la base de su espalda y, tras abrir las piernas, saltan y se colocan en su lugar para que el niño que estaba agachado pueda saltar a continuación. Así sucesivamente, hasta que, si uno no podía saltar (por cansancio o falta de agilidad o elasticidad) quedaba eliminado hasta que solo quedaba uno: el vencedor.

La mentalidad de entonces no era, en absoluto, a como es hoy día: hoy basta con entrar en internet y buscar cualquier juego para grupos, ya sea de agua, de agilidad, de fuerza, de equilibrio, de trabajo en equipo… Sin embargo, antiguamente esto no era posible porque no existía internet, así que esta opción ni siquiera era pensable. Por lo tanto, los niños y adultos tenían que exprimirse la cabecita linda que tenían para inventarse juegos y, en base a lo que tenían en casa, crearse juguetes con los que pasar el rato solos o con sus hermanos o amigos.

 

Esto nunca jamás será así

Todos sabemos lo que es una consola: un aparato electrónico en el que metes un cartucho de juego (en los inicios) o un CD (como funcionan hoy día) y dejas que la magia haga efecto en la pantalla de la televisión (o del ordenador). La primera, la Magnavox, se creó en 1972, dando inicio a una era tecnológica ampliamente novedosa que no ha dejado de crecer y de crecer desde que este juguetito hizo su primera aparición.

Cuando estos juguetitos aparecieron en nuestro mundo, los niños descubrieron un nuevo método de jugar, ¡una nueva forma de pasar el tiempo! Y, desde entonces, no han dejado de salir novedades cada año: nuevas consolas, nuevos juegos, ¡nuevos complementos!

De hecho, cada vez es más sencillo escuchar a niños de las consolas (e, incluso, verlos jugar en el parque con esos aparatos) que verlos jugar con sus amigos en el parque. No será la primera ni la última vez que yo haya ido a dar un paseo por ahí con mi esposo y haya visto a un puñado de diez chicos de doce años jugando en comuna a sus videojuegos de móvil.

Muchos tienen una opinión bastante afianzada al respecto: “los videojuegos están acabando con la creatividad de las nuevas generaciones. Ya no hay inventiva, ya no existe la posibilidad de que un niño cree sus propios juegos y juguetes”. Sin embargo, la opinión experta es muy diferente: los efectos de los videojuegos en los niños no son ni buenos ni malos, porque tienen tanto ventajas nocivas como beneficiosas para ellos.

Dejaremos que cada uno haga su propia opinión al respecto. Yo, me limito a comentar que no son solo los niños los que se han enganchado a los videojuegos, cada vez son más los adultos que se unen a esto. Desde juegos online de ordenador hasta juegos de la X-Box. Sea cual sea el motivo y las ventajas y desventajas que esto causa en la vida de una persona, lo cierto es que el mundo del juego y del juguete ha cambiado muchísimo en muy poco tiempo (en apenas un par de décadas), y que deberíamos de intentar recuperar ciertos elementos del pasado para potenciar la creatividad de los niños y para que nuestro ayer no caiga en el olvido.

 

Elementos que todo Gamer desea en casa

Para todo aquel que no lo sepa, voy a definir qué significa esto. Cito textualmente: “Un Gamer es una persona que toma los juegos de vídeo tan en serio que los tomas más allá como una distracción, incluso pueden llegar a ser profesionales y tomarlos como una carrera en la que se puede ganar dinero, probando juegos, compartiendo la experiencia y ganando torneos para Gamers que se juegan por todo el mundo”.

Pero no te pienses que tu niño, que juega dos horas al videojuego y ya se olvida, es un Gamer. Un Gamer va mucho, ¡mucho más allá! Un Gamer no se centra solo en jugar, ¡él lo vive! Conoce todos los detalles del juego, los controles de mando, los trucos y habilidades del juego, estudia a fondo y comparte en las comunidades de jugadores aficionados y expertos todos sus datos a fin de lograr un conocimiento mejor… Es, en definitiva, todo un experto en este mundillo.

Y, como tal, un Gamer, aunque no te lo crea, necesita serios elementos que le ayuden a llevar su actividad totalmente en serio:

  • Uno de los consejos que los profesionales de Tua Casa – Muebles & Decoración nos dan es que todo Gamer necesita una silla saludable y operativa para su espalda. Sé consciente de que un Gamer se pasa, literalmente, HORAS en el ordenador jugando a todo tipo de juegos… y esto puede derivar en malas posturas. Una mala postura continuada durante horas puede hacer que tu espalda se resienta y, en consecuencia, empieces a tener dolores que, con el tiempo, te impidan sentarte a jugar. Por ello, si vas a empezar en esto, necesitas una silla cómoda y adaptada. Como las sillas gamers.
  • Otra parte de nosotros que se resiente mucho es la vista. Un Gamer pasa horas frente a una pantalla y, con los días, su visión puede nublarse o perder capacidad. Por eso, las gafas gaming son una buena opción para evitar que nuestra vista piedra graduación con el tiempo. Estas gafas poseen unas lentes tratadas que van a ayudar a bloquear esas potentes luces que emiten las pantallas y que nos dañan la vista, sobre todo a consecuencia de la sobreexposición. Por ello, es una buena opción para ti.
  • Intenta buscar auriculares que no dañen en exceso tus oídos. La mayoría de los juegos gamers del momento precisan de auriculares conectados a un micrófono, porque suelen ser videojuegos en equipo y debes poder conversar con ellos. Pero muchos de los auriculares del mercado tienen una potencia muy dañina para nuestros oídos, y, con el tiempo, puede perjudicar nuestra audición. Soy consciente de que escuchar lo que está pasando como si estuvieses allí, en persona, a todo volumen, es la caña. Pero recuerda que también es imprescindible cuidar la salud de tu cuerpo para poder seguir jugando muchos, muchos años más. Por ello, busca auriculares que no te dañen… o no subas demasiado el volumen.
  • Otra cosa importante es que aprendas a gestionar tu tiempo. El otro día vi un capítulo de una serie que criticaba este hecho, precisamente. Un chico se pasaba horas en la consola y, en consecuencia, toda su vida pasaba y él no se daba cuenta hasta que ya era demasiado tarde para él. Recuerda que la vida está llena de cosas maravillosas y necesarias para nuestro crecimiento y nuestro corazón, y no podemos dejarlas de lado por un mundo virtual. El ordenador o la consola no te van a dar amigos reales con los que poder salir a escalar o a tomarte un café. El videojuego al que estás jugando no te va a dar una vida real, por mucho que la virtual que llevas sea muchísimo más interesante que la que tienes aquí, en el mundo. La vida se va mientras estás conectado, es eso que pasa a tu alrededor mientras miras la pantalla. Y te aseguro que pasa muy deprisa, y que ese tiempo perdido jamás regresa.

 

Sé consecuente. Protégete… y no te olvides de vivir la vida real.

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